Lo que dure la eternidad. Nieves Hidalgo.

Autor: Nieves Hidalgo

Publicado por S.A. Ediciones B

Año publicación: 2008

Género: Contemporánea paranormal 

ISBN: 978-84-666-3789-3

Cristina, una joven española experta en arte, es convocada por el dueño de un castillo en Irlanda para que tase algunas de sus más preciadas posesiones. Cristina queda fascinada desde el primer momento por el castillo y por sus habitantes, e intrigada por la leyenda de un fantasma que circula por las salas... leyenda de la que se ríe hasta que topa con el fantasma de Dargo, al que una maldición ha hecho deambular por las estancias del castillo desde hace cuatrocientos años, en busca de una reliquia sagrada que pueda liberar su alma.

Lo primero comentar que la edición que leí fue la que sacó RBA con “Criaturas de la noche”, con un diseño de portadas que me parece horrendo; no esta versión, pero puestos a elegir imagen, preferí ésta. Aunque en la edición Zeta es más potita. Y ahora comenzamos de verdad con la reseña.

La verdad es que con los libros de esta autora no me llevo demasiado bien. Me leí “Ángel negro”, que no me gustó ni como estaba escrito, ni los cabos sueltos inexplicados (ciertos personajes que desaparecen y aparecen sin venir a cuento), y al protagonista le hubiera colgado de donde más duele, pero en fin… Cogí este libro con ciertas reservas básicamente porque había comprado la colección de RBA (gran error, la verdad, si lo sé no lo hago) y había que echarles un vistazo antes de bajarlos al trastero. Y me sorprendió mucho. Me encantó. Aunque hay cosas que me chirriaban, como que Cristina Ríos fuera una experta en arte, con su juventud (28 años) y siendo licenciada en letras. A mí no me cuadraba. Pero corriendo un tupido velo, es un libro de fácil lectura, entretenido, con unos diálogos entre Dargo y Cristina que arrancan una gran sonrisa y con unos secundarios que son geniales.

Pero vamos a situarnos en la primera página… Año 1535. El comienzo de la novela es brutal, son unas páginas que te ponen el pelo de punta y el corazón encogidito, pero completamente necesarias para explicar el motivo de la maldición de Dargo. Unos hechos de los que se arrepentirá toda su larga vida y de los que asume las consecuencias.

Después ya nos trasportamos al presente, con una preciosa (como no, por Dios) experta en arte que se dirige al castillo de Killmarnock a tasar la colección del conde actual, un hombre egocéntrico, prepotente, con un carácter que mejor olvidar y ante el cual el más pequeño error es motivo de despido inmediato. Lo mejor de la casa, sin duda… y que curiosamente es clavado a su antepasado Dargo Killmar. Cuando Cristina llega en medio de un temporal, es recibida por la señora Kells, ama de llaves y jefa de los trabajadores del castillo. Y también por un curioso fantasmita que se pregunta qué demonios hace esa chica en su habitación, y maldice por no tener un cuerpo en condiciones para…

La señora Kells es un personaje maravilloso que introduce a Cristina en todos (o casi todos) los secretos del castillo. También, cosa que confesará más adelante, es la única que ha visto a Dargo y que ha interactuado con él, teniendo terror, pero también un enorme cariño por el fantasma.

Y a partir de aquí se suceden los problemas, discusiones entre Dargo y Cristina, las confesiones entre Cristina y la señora Kells, las escenas de sexo, sorprendentes y muy bien llevadas, la búsqueda de la reliquia para liberar a Dargo, el incordio inoportuno y un largo etcétera con un sorprendente final que hacen que este libro entre en la categoría de imprescindibles.